Desde casa con la imaginación, en bañador, descalzo, por la playa, saltando cuerpos, para llegar al agua… Ya hace mucho tiempo que no lo hago, más bien recuerdo la playa de la Marquesa de mi niñez, o la del Metge de mi juventud, ambas en Deltebre, donde disponíamos de un espacio en exclusiva para tu goce personal. Ahora, cuando veo las playas de la Costa Dorada, corro hacia otro lado, a la sombra… ¿Serán los años, la madurez, el buen gusto?
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