Vamos desacelerados, lentamente,
despacito, poco a poco,
como si quisiéramos alargar el tiempo…
Vamos ya casi sin suspiros, entre silencios,
como si todo estuviese dicho, que no hecho,
pero sí ya muy decidido, confirmado, bendecido…
La inercia nos lleva a nuestro banco,
ya saben, aquel frente al estanque,
bajo una encina, la de siempre…
Nos sentamos, tú reposas la cabeza en mi hombro,
yo te abrazo en dulce y tú me besas suave,
y el tiempo se detiene dócil…
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