Parejita de dos, apenas quince años,
ella le vacía unos granitos de la frente,
él, con cara de niño grande, se deja hacer,
ella, con cara de niña, pero con más ojos,
va haciendo y se lo come con ellos,
él se reincorpora, sin levantarse, la mira fijamente,
no oigo muy bien lo que le dice, pero interpreto,
atendiendo a su cara con principios de cordero degollado:
Tranquila, todo se andará, a su debido tiempo,
o cuando el tiempo cuente unas narices,
para satisfacer nuestros sanos instintos naturales,
salidos de nuestros corazones tan enamorados…
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