Pasa una niña con un precioso perro... es un galgo, máxima expresión de la elegancia, una prudente timidez sumisa. Ni corre, ni estira la correa, ni hace gracias, sigue el ritmo de su amiga, parece acariciar el suelo, más que pisarlo. Va cabizbajo, pero con alguna mirada ladeada donde muestra agradecimiento. Es un magnífico ejemplar, está bien alimentado pese a su delgadez habitual, y su pelaje es casi una piel de brillo indefinido, hace carita de perdón, muestra una estampa de paz y sosiego, así como también de complicidad afectiva total…
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada