Te colaste en la creación,
para sorpresa de todas las excelencias,
como aquella flor de acantilado...
que se contempla desde la otra parte del vacío.
Apareciste sin haber preparado el paisaje,
como un origen en un mundo por inventar,
como un diseño mágico en la sincronización de las delicias.
Pese a todo lo magnífico del panorama,
tomaste posesión dando un baño de bella naturalidad,
y el entorno sigue prendado y aprendiendo de tu luz…
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