Mejor un vuelo de hojas otoñales
que un surtido de lamentos,
que se han escapado de una nostalgia...
que se instaló para eternizar el despropósito.
Mejor, mucho mejor, el revuelo de los gorriones
cantando para perpetuar el cortejo de su eterna primavera
que una arrogancia curtida en mil miserias
deambulando por lo absurdo.
Pues sí, muchísimo mejor, una lluvia de pétalos
que nos acercó un soplo de Eolo
que una afinidad descompensada errante
en busca de un consuelo y mejor vida.
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