Debe tener dos añitos, no más, parece un conguito, tostadito, tiene más ojos que mejillas y una sonrisa que deja ver sus perlas blanquísimas... es un angelote negro, maravilloso. Una hermanita, de unos cinco años, lo lleva de la mano, van al tobogán y a dar saltos a un círculo con suelo de goma. La estampa es entrañable, el pequeñito es más feliz que un ocho, y la niña lo cuida, lo lleva en volandas, juega con él, es su madre, su ángel de la guarda…
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada