Y en el verano te compro un río con piedras,
de esos que bajan de las montañas nevadas
y tienen abundancias por deshielos,
y prisa por engordar otro río,
y menos nervioso llegar a la paz del mar amigo.
Y en el mar, inventaré un invierno...
sin fríos ni vientos, sin algas ni gente,
donde el agua tenga la sal fresca y huela a yodo.
Y en sus olas tranquilas, buscaré un resquicio del río,
una piedra pequeña, un suspiro de antaño…
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