Pues sí, aquellos ojos con niña, que nació de un cielo inventado, por el grande y eterno Creador… Aquella niña del tren, detrás de un libro, sabia coherencia entre el bullicio, luz y futuro… Pues eso, la niña se ha hecho mujer, sin dejar de ser niña, y la mujer es ahora la máxima expresión del mejor de los proyectos posibles. Y yo nunca la imaginé, la viví, la vivo de cerca, cada día, como aquel galán privilegiado que es partícipe de la mejor afinidad. Estoy feliz y emocionado con su próxima jubilación, eso representa más ración de cielo, más vuelo compartido, más luz en cada acto, más silencios de aquellos que me encantan, porque son músicas de aquellas que acarician y hacen de la vida que te queda por vivir un espacio de plenitud eterna. Siempre recordaré la primera vez que te presentí como compañera, y ahora y en todos los ahoras de cada instante, doy gracia a Dios por dejarme viviente, y digo, desde lo más profundo de mi corazón... ¡gracias por existir y estar a mi lado!
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