Aquel amor que se va instalando en ti, cada vez más cómodo, como Pedro por su casa, en su posición punzante, para teledirigir como aquel imán al que nada ni nadie se le resiste, por muy firme que sea el hierro. Y lo bueno del caso es que posiblemente ella no lo sabe, ni se lo imagina que tú en tu casa estás siempre suspirando por ella. El amor es como el mar, una inmensidad azul, o un desierto donde pocas veces llueve para todos...
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