A veces me siento como una piedra rodada,
ya sin cantos, acorazonada,
que descansa por las aguas ya tranquilas, sin nervios,
para que la observen con algún interés,
o incluso la pisen con alguna gracia.
Maestro jubilado, bendecido por mil alumnos...
y rodado en mil esfuerzos en aras de su formación,
te veo en aguas plácidas, mirando al tendido,
y quizá también un poco a merced de las circunstancias,
sin dejar de ser libro de consultas...
y un cúmulo de experiencias como ejemplos a estudiar.
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