Parece ser que, alguna vez, todos hemos estado heridos de amor, es como si la niña que altera nuestros sueños, y sin pretenderlo, nos hubiera disparado un dardo tan certero que nos deja con aquella cara que suelen proclamar como de cordero degollado. Después, algunos se curan, o nos curan... si lo hace el amor de tus días, pero otros pasean cejijuntos, buscando rastros por una playa de inviernos de nostalgias ya congeladas…
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