Alguna vez estuve a punto de pasarme al bando de los que cuentan el chiste, adornarme de gracias para hacerme el gracioso, pero no me vi cómodo... yo prefiero el grupo de los que ríen cuando tienen ganas, porque les ha sorprendido algún detalle cómico del artista de turno.
Recuerdo aquello de la popularidad que parecen buscar algunos, sin saber muy bien que ser popular es tener un nombre, pero es la gente la que se encarga de poner los adjetivos, y los hay para todos los gustos. Uno prefiere un culto anonimato, con libertad y licencia para reír o no, cuando le venga en gana, y nunca a la voz de ningún amo ¿Verdad que eso va así?
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