En mis paseos a lo corto y a lo ancho de Tarragona, suelo tener sitios donde me siento para descargar gemelos… e incluso tengo alguno donde puedo escribir alguna nota que después les cuento en mis pequeños escritos. Son sitios estratégicos, resguardados, pero especiales por su visibilidad y condición reparadora. Ahora, por ejemplo, son las cuatro y media de la tarde, y desde uno de mis lugares preferidos, veo llegar las barcas que, ojalá vengan muy y muy cargadas de toda clase de frutos del mar, para que los muy aguerridos pescadores sean felices…
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