Una llamada de fuego interno, sincero, sentido,
una voz que clama en tu desierto permanente,
un grito noble, incontrolado, vital, directo...
y en la respuesta un vacío total, sin eco ni retorno posible.
Una espera, una conformidad una lágrima sólida,
un lamento sin afecto ni efecto.
Espero la lluvia que limpie asperezas
y que te llegue el humo del suspiro cierto
que te haga pensar y luego...
que el sol decida sobre los fríos.
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