Me iré a bailar con los delfines,
en un mar bravío...
perfumado de rosas blancas.
Bailaremos hasta el amanecer
al compás de las olas,
al abrazo de las músicas...
de sus simpatías más enamoradas,
en perpetuo cortejo.
Son bellos los delfines,
como niños grandes,
como angelotes de Murillo,
pero con la gracia activa
esparciendo vitales alegrías.
Bailar con ellos es acercarse
a los suaves ritmos de la paz,
es como estar...
en la antesala de la inmensidad
...de la mismísima gloria azul.
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