Dicen que los extremos se atraen en un pulso hacia el despropósito, diría yo, y continuaría con el, ni tanto ni tan poco. Deja que el niño llore que así ensancha sus pulmones y empezará a entender que en la vida no todo es fácil, dice algún experto, un suponer, pero a mi me gusta más, ver como engrandece sus pulmones riendo a carcajada sonora y continua. Al niño hay que acompañarlo para que aprenda a aprender, y esto conlleva saber que la letra no entra con sangre, ni tampoco prohibiéndole ser feliz…
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