Y, en mi locura permanente,
escribía nuestros diálogos,
donde tú decías...
y yo te contestaba,
con mis más lúcidas lucideces.
Y si me dice, yo le cuento,
y si me cuenta, yo le digo,
con todo previsto
y con final apoteósico,
donde, en un anticipo de tus ojos,
se plasma la identificación total.
Bella película, bello sueño,
que tuvo una realidad sin director,
pero idéntico final,
y más cuerda la locura,
maravillosa siempre...
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