Su risa es contagiosa,
emana ondas expansivas
que te envuelven en abrazo
y te cosquillean los risorios.
Pronto su presencia
es una suavidad que acaricia,
como una brisa portadora de suspiros,
de un amor correspondido y verdadero.
Cierto, es una rosa roja
que estalla en el jardín...
de las reservas de esperanza cierta,
donde la felicidad instaló...
sus mejores y más preciados aposentos.
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