Qué largos los paseos por la noche,
escoltado por algún conato de luna,
que siempre aparece oportuna y sugerente
para aliviar la ausencia de las luciérnagas.
Qué lindos los encuentros contigo,
en la tercera fase de todos los delirios prodigiosos.
Qué paz interior, que sensación de plenitud,
tu mano, tu aroma, tu ritmo a mi ritmo.
Qué armonía... la frecuencia de sensaciones,
altamente positivas, en la soledad de un sendero,
soledad aparente, a la que le aparecen...
multitud de manos a las que acogerse.
Que belleza de arco iris, cuando amanece...
del excelente bagaje de la noche,
que hizo llama de los inviernos puntuales.
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