Y si te doy un beso, y después...
en la más consciente de las inconsciencias,
nos subimos en el coche nube
y nos damos un garbeo por los lugares
donde fuimos felices del todo,
e incluso por los infiernos
que quisieron rozarnos sin éxito,
les lanzamos unas gotas de rocío de perdón,
para que alivien sus incandescencias...
Mira, nuestro árbol de hojas anchas,
que dejaron traspasar los rayos del sol
por los que tú viajabas...
Mira, nuestra fuente con nenúfares,
si quieres, bajamos un rato
y cantamos con el coro de las ranas,
mientras nos refrescamos…
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