Los abuelos hablaban del erotismo de los tobillos,
y las abuelas del lenguaje de los abanicos.
Estaba de moda la tez blanca en las mujeres,
y no estaban mal vistas las entraditas en carnes,
sin exagerar, por supuesto, pero una piel prieta,
de rodilla redonda y buena pierna y pecho abundante,
además de estar blanquita como un leche,
tenía el éxito y los suspiros masculinos garantizados.
Supongo que las caídas del pañuelo,
aquellas tan estratégicas y oportunas,
también tendrían su aquel...
como mensaje e inicio de conversación.
No sé qué tal andarían de sonrisas y caídas de ojos,
pero seguro que irían bien servidos.
Los abuelos, impagables, ellos…
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