La calle estrecha olía a sardinas a la plancha y a caldo para hacer paellas, ventanas con persianas azules y, en la lonja abierta y al descubierto, lucía el pescado destacando, a veces, los atunes grandes y los peces espada. Recuerdo perfectamente aquello que llamaban "la parte" de los pescadores, eran unos montoncitos de pescado que la gente compraba, por lo fresco y atractivo, a buen precio para hacer caldo o incluso una pequeña fritada que tenía mil gustos...
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