La llevaba al lado como aquel que lleva una rosa blanca, con gotitas de rocío, pero si lo pienso mejor, diría que llevaba el jardín entero, el aroma entero, en base de verdes de ensueño y techos de cielos inmensos. La llevaba a mi lado, feliz, contemplando su sonrisa de satisfacción y sus alas de ángel no caído y, pese a ellas, no volaba, permanecía a mi lado, como aquella bendición que ya ha llegado a su destino.
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