Cuesta llover en Tarragona y, con el calor, alguna calle huele a cloaca. Lástima, la ciudad tiene atractivos históricos, belleza de mar y montaña, vistas con las que se te va el alma, tras los azules infinitos… Pero por fin ha llovido, eran casi las cuatro de la mañana y la gente se asomaba en las ventanas para contemplar el espectáculo y aplaudir, por fin, toda la generosidad de la concesión. Llueve, el agua es vida, llueve vida…
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