El mar, mi mar, me gusta verlo desde la roca estratégica, mi roca de pensar, con música de olas y algún solo de barca de pescador que anuncia al puerto su llegada eufórica. Últimamente observo que ponen bancos de madera que invitan a sentarse para ver el mar y ponerse a meditar sobre qué hay más allá de los azules… Es curiosa la tipología que hay en los bancos, soñadores de pasados y futuros, lágrimas que reaparecen, sonrisas que asoman y, allí abajo el mar, brisas de ida y vuelta, algún suspiro que se cuela, olas a juego…
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