Y, al cerrar los ojos, clase nueva, niños nuevos aunque ya los conocía un poco porque solía ir algún día a Tercero para familiarizarme con ellos y que no les fuera un total desconocido. La ilusión, como el valor en la "mili", se me suponía, y los propósitos, los de siempre y que no siempre conseguía, no gritar tanto y que mi implicación total no fuera un exceso contraproducente. Empieza el curso, año nuevo, la vida se serena y normaliza, horarios, prudencia y entrega total.
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