No hay piedra ni mano que se esconde,
no hay maldad ni malicia implícita,
no hay dardo arrojadizo con la intensidad del odio,
no hay aceleración de rango obsesivo que te empuje al abismo,
ni espejo que adelgace hasta el ahogo,
no hay prisa por llegar al despropósito,
sólo es un sueño, una estancia en el limbo,
donde se ven los delirios del bien y del mal…
Pero no hay prisa ni pausa, decido.
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