Inconfundible el sabor de tu presencia,
el aroma de jazmines mejorados,
único el vuelo de tus cabellos
que, cual olas acompasadas,
siempre regresan para acariciar tus mejillas…
Especial tu voz que clama en estéreos,
pero al estallar son, simplemente,
un vuelo de pétalos de rosas blancas…
Impagable la luz y la paz de tus ojos,
el contacto noble, la prudencia al abasto,
la generosidad a mano en una proclama
de proximidad que reconforta…
Tus cosas, tan mías…
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