Estamos en casa, son las doce de la mañana, una música suave nos acaricia. Teresa está triturando papeles antiguos y haciendo un poco de limpieza, después la ayudo... Ahora estoy pasando mis tres poemas a la tablet, cual aprendiz de poeta, alguno me gusta y se lo leo a mi sufrida compañera del alma… Hay paz de hogar, y me siento tan bien, tan a gusto que, la verdad, casi me asusto... y doy gracias.
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