Paso por el patio de la escuela, silencio, vacío... Por no haber no hay ni palomas, me paro a mirar, cierro los ojos y oigo las alegrías y los jolgorios de los alumnos, goles y gritos eufóricos, carreras continuas por el campo, los del baloncesto, los que conversan. Sigo mi camino, pronto, a mediados de septiembre, empezará un nuevo curso, y los patios se llenarán de vida y, cuando haya clase, las palomas acudirán para ver si hay alguna migaja de pan de los “bocatas" de madre…
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