Un mar de azul cielo, belleza de inmensidad,
como para soñar despierto oteando el horizonte.
Las olas, como suaves caricias,
me cuentan que han perdido el azul,
son alivios salados que hicieron buenos los suspiros,
y dan pleitesía a la arena…
Mientras, el paseante va recogiendo alegrías,
y, al llegar a casa, las cuelga del árbol navideño,
y desde el pesebre sonríe un Niño…
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