“Amiguiño sí, pero cada u fuma do seu tabaco”, decía el profesor de filosofía, muy majo él. La profesora de pedagogía, el primer día de clase, fue admirada en el pasillo, con algún olé, y al empezar la clase dijo “Después de la bienvenida tan eufórica, empezamos...” El profesor de historia, al presentar el libro que tendríamos en tercero, dijo ”Se llama Compendio de Historia Universal, y ustedes lo lucirán con orgullo por las Ramblas, ante la admiración de las chicas o de los chicos paseantes… El profesor de matemáticas, muy especial y con tics nerviosos, llenaba la pizarra con una rapidez a la que algunos no llegábamos a tiempo, y la de literatura, mi preferida, que me tenía toda la clase prendado de sus explicaciones… Mis profesores de la Escuela Normal de Magisterio, con sus características, especiales, entrañables…
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