Me gusta andar por el frío, bien abrigado hasta las orejas,
y notar que el abrigo abriga, más allá de la humedad traviesa.
En el verano sueño en ir descalzo por mi huerto,
como cuando ayudaba a mi padre a regar el maíz,
para después, tomar el fresco y comer sandía.
El otoño me suena a paseo de la mano...
y a conversación pausada, con el tiempo a favor.
El invierno me sabe a café y a terraza cubierta...
y a mirar por la ventana… el futuro.
De la primavera, recuerdo la ilusión de la esperanza…
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