Parece ser que el mar se ha confundido de estación,
y es en invierno cuando se exhibe
y saca sus más afamadas rosas blancas,
que huelen a sal y a algas,
aromas marinos que van alcanzando la plenitud
con la llegada de los vientos fríos en la estación de las escarchas.
El mar, en invierno, me encanta, me tiene enamorado,
a veces parece exaltado de emoción y libertad,
gran belleza azul que se vuelve incolora de placer al acariciar la playa.
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