Uno de enero del año 2018. Son las nueve de la mañana, el pueblo duerme, algunos recién llegados de la fiesta, otros, después de comerse las uvas, repartir besos, y desearse toda la felicidad posible… Hay calma total, apenas algún coche, o un canto de algún pájaro del pino, pero la gente descansa, como con el deber cumplido y con la esperanza de que, al despertar, el año nuevo nos deje una realidad más sana y habitable para todos…
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