Una música, un aroma de un bosque,
una brisa impregnada de esencia de rosa,
un vuelo plácido de flamencos,
un amanecer sin prisa,
una noche con luna creciente y crecida,
un parpadeo de unos ojos negros, inmensos,
que me recuerdan el chapoteo...
de las gotas de agua de la fuente,
que hacen diabluras por entre los nenúfares.
Una tarde precisa, de sábado fijo,
que sales seguro y te veo fácil,
y también me pasa, un poco, como a la santa,
que vivo sin vivir en mi, y me muero...
por vivir contigo, mejor vivo, ¿verdad?
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