El primer amor, o el segundo,
los primeros, casi de niñez,
aquellos tan sorprendentes,
tan primarios, tan sanos,
donde eres todo un aprendiz
para lo que te espera
en la adolescencia y juventud,
amor otoñal, amor de senectud,
amor de siempre...
en cada estación de la vida.
Es como una luz
que vas buscando con desespero,
o es simplemente un resplandor interior
que quieres dejar salir para que brille…
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