Era una hermosa gota de agua de mar,
a la sal del sol del amanecer,
confundida en un rocío...
de una flor de acantilado.
¡Buenos días salada luz!
¡Buenos días perla preciosa!
Se admiran, se miran, más no se rozan,
no sea que el encanto natural,
como una magia del destino,
las transforme en un batido de ilusiones
de un fatal perecedero…
Un respeto entre gotas, un canto de amor,
siempre tierno en los verdes primavera...
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