Desde un árbol cercano, en rama inestable,
entre trinos ruidosos de gorriones en desacuerdo y sin cortejo,
vi tu sombra o la intuí y me invitó a la reflexión,
bajé del árbol, me aproximé al violín de los jilgueros,
y te vi llegar, gafas de sol en la cabeza,
un ramito de romero en la boca,
y yo como aquel que bajó del árbol
de los sueños, o de la higuera, y tú allí…
Empieza la película de la vida, la mía, la nuestra…
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