Recuerdo aquellos tiempos en los que solía decir que yo no podía dormir si no tomaba café, del disgusto claro. Y recuerdo alguna noche estudiando, o poniéndome al día en alguna de mis facetas, con mi cafetera llena, un paquete de cigarrillos, y la luna por testigo y compañera… Lástima que por aquel tiempo no solía escribir, aunque ya había empezado a soñar, en algunos de mis sueños que fueron posibles y que, a veces, tengo el placer de contarles.
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