Me gusta ir al mar contigo, allí tus ojos miel
tienen el aderezo de la sal al sol del Mediterráneo…
Las gotas de las olas que mueve la brisa
son intentos de explicaciones que nunca atendemos,
sabemos que el mar comprende, atiende
e incluso soluciona en esta su soledad mística,
que confiesa y perdona como el mejor de los padres…
El mar seguro que les llena y convence,
pruébenlo… pero en invierno.
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