Tus dedos acarician...
con dulzuras que llegan al alma.
Tu voz ha perdido los agudos,
que se suben disonantes por las ramas,
ha fundido los graves de los truenos,
frustrante sequedad…
Tus ojos tienen el dulce mirar
con el que soñaba Gutiérrez de Cetina.
Tus ojos, como tu voz, como tus dedos,
acarician los sentidos, limpian el aire,
huelen a paz y a rosa…
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