Ir al Delta, ver a mi hijo,
llevarlo a comer por ahí,
ver la familia y amigos,
arrozales y aguas tranquilas,
calor húmedo de la tierra,
cosecha propia,
como la buena gente...
que se alegra de verte,
y recuerda tu esencia,
y te abraza sincera…
Mi casa, mi patio,
mi pino, mi huerto,
mi padre, mi madre...
en cada esquina,
por todas partes.
Por eso, es un lujo,
por eso y por todo,
es como ir en busca...
de un abrazo regenerador.
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