¡Irás a ver al Pere! ¡Verás como se entere el Pere! El Pere era aquel señor que paseaba por el patio, y era como el mejor invento para deshacer los entuertos habituales en las horas de patio. Me sentía como un ministro de asuntos complicados que tuvo que aprender en la práctica, diaria, que el concepto de justicia de los niños, merece todos los respetos, y se acogen a ella con todas sus fuerzas. Modestamente, yo era su fuerza y a mi acudían convencidos...
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