Días, muchos días,
uno tras otro,
y yo expectante, anheloso,
y, pese a todo, paciente,
como la prudencia
esperando su turno…
Días, interminables días,
mirando amanecer
desde la higuera,
sin ver el sol de cerca,
sin ver la luz,
aquella tan cercana,
aquella tan propicia,
toda delicia y paz…
Y yo en la prudente higuera.
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