Era un payés, se crió en el campo y su cara, roja y morena del sol, tenía unos ojos que fundían todos los atractivos circundantes, sus manos eran portadoras de unos dedos que parecían pequeñas longanizas… Pero su mente estaba clara, muy limpia, de aquellas que ven más allá más lejos y, efectivamente, me lo demostró a los pocos movimientos, con un triple de rey, torre y reina… Siempre lo recordaré, como una lección que me ha servido mucho en la vida. Respetar y respetarse, todo un logro...
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