En el almacén de los ayeres
me encontré aquella mirada...
infantil, viva, penetrante,
que taladra en cosquilleos
y te llega al alma para hacer...
eternidad de su existencia.
En mi colección de presentes delicias,
vuelvo a mirar aquella mirada,
ahora ya adulta, otoñal,
impregnada de las mil mejores
e incandescentes luces,
y aún veo destellos arco iris,
dulces firmes dardos en vuelo
directo al corazón.
Feliz con mis recuerdos y presentes,
siempre feliz contigo...
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