En mis tiempos de profe procuraba frenar un poco a los gallitos y realzar a aquellos más tímidos. Más que buscar un equilibrio, intentaba mantener una justicia. Si había algún ego que, para mantener su estatus, hacía un gran esfuerzo en el trabajo, yo se lo valoraba. Y si había algún rezagado que no hacía ningún esfuerzo por mejorar, pues me lo ponía difícil, en mi afán de poder ayudarlo. Siempre quise ser justo, al menos lo intenté…
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