Andar por las calles del pueblo…
¡Dios mío y éste es aquel!
¡Dios mío y ésta es aquella!
Y tú claro eres aquel que ya no eres,
y piensas que si tú los ves así,
ellos deben verme igual,
con las pintas propias de la edad,
pese a los disimulos...
más o menos decorosos.
Y aquí en esta casa grande,
estaba la era en la que hacíamos
nuestros memorables partidos de fútbol,
y aquí delante la barbería…
El pueblo, mi pueblo y mi gente,
siempre un placer, un orgullo, un honor...
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